8/2/13

Han pasado cinco años... y cómo te echo de menos

Quisiera ser enero… Y volver a sentirte otra vez cerca. 
Mirarte saludando, como cada año, al viento, a la lluvia, al mal tiempo. 
Verte ahuyentar el frío corriendo, jugando, ladrando a la vida. 

Pero te siento tan lejos ¿Por qué nos has dejado?

Quisiera ser febrero… Imaginarte en nuestra casa, tranquila, acurrucada en tu almohada. Sentir tu trufa oliendo el viento, que se cuela por la rendija mal cerrada de mi ventana. Y notar que te acercas de nuevo y que me pides con tu pata que te deje acostarte en mi regazo.


¿Te acuerdas? Yo te cogía, te abrazaba y te depositaba entre mis piernas. Tú dabas dos vueltas hasta encontrar el sitio y luego te tumbabas tranquila…
¿Cuántas horas habremos pasado así? Tú echada sobre mí. Yo sintiendo tu calor.

Quisiera ser marzo… Volver a pasear contigo por la ciudad. Ver a través de tus ojos todo lo que, de otra forma, no es posible. Fijarme en los adoquines de las aceras, en los felpudos de los edificios, en los pájaros primerizos… Y esos primeros días de sol que anuncian la cercana primavera.

Quisiera ser abril… Cogerte muy fuerte mientras asistes a mi lado, entre asustada y expectante, al sonido de los tambores, de las trompetas. 

Vivir la Semana Santa que nos abraza. Buscar contigo el olor a incienso y sentir que te pierdes en su aroma.

Quisiera ser mayo… Primeros paseos por la orilla del mar. El sabor a sal. El olor marinero. Y ver los barcos que vuelven bajo el canto de las gaviotas. Fuera frío. Bienvenido el calor. 

Quisiera ser junio… Para caminar sin rumbo hablando contigo. 
¿Recuerdas? La gente que nos veía pensaba que estaba loco, por contarte mis cosas a ti que, ya ves, eras una perra sólo. Nunca sabrán que con mirarme me contestabas, que el silencio buscado entre dos, a veces, es la mejor conversación. 

Quisiera ser julio… Para sentirte cerca de nuevo y poder compartir tu despedida. Para notar tu cuerpo viejo, sin fuerza y abrazarte y decirte que te quiero.
Nunca pude imaginarme tenerte a mi lado. ¡Cuántos momentos! ¡Cuánta vida vivida!.

Pero… No quisiera ser agosto… Nunca agosto, porque entonces te marchaste. 
Sentí que te ibas entre la noche y la mañana. Tú estabas en silencio, acurrucada en tu cama. 
Me acerqué a ti. No te quejabas Y entre mis manos quedó tu cuerpo mientras tú te machabas y, pese al calor, me helabas el alma 
En este mundo lo que dejas es lo que te llevas… Tú te fuiste cargada de amor.
¡Buena suerte compañera!. ¡Qué seas feliz donde quiera que vayas!

PD: Dicen mis nenes pequeños que ahora tenemos que comprar un telescopio gigante, para mirar todas las noches el cielo y, verla allá arriba, jugando con las estrellas… Quizás tengan razón.
¡Hasta siempre Sofía! 

Raúl Mérida