2/2/13

Diario de un gato roto

¿Les importa si les cuento mi vida?. Bueno, en realidad son siete, siete vidas...



PRIMERA VIDA: 
Nací un mes de febrero o quizás marzo, de hace 7 o quizás 8 años. Fue por la noche, sobre un tejado. El aire jugaba con papeles y bolsas, que levantaba una y otra vez, mientras el relente se colaba por los poros de nuestra piel. Hacía frío, mucho frío. Nacimos 5 hermanos de los que tres, decidieron abandonar rápido la batalla por la vida. Y nos quedamos dos, dos gatitos. Una madre y dos pequeños que, apiñados sobre ella misma, buscábamos en su cuerpo el alimento y en sus lametazos el cariño... No sé cómo, pero, sobrevivimos.

SEGUNDA VIDA: 
Mi madre, nos trasladó a un solar cercano donde vivíamos con otros gatos. Un paraíso, una selva virgen, en medio de la ciudad. Esperábamos cada día impacientes que varias mujeres y hombres, acudieran con sus botes y pienso, a darnos de comer. Gracias a ellas sobrevivimos. Éramos por aquel entonces dos avispados de la vida, dos juguetones empedernidos. Nos pasábamos las horas tumbados, dando vueltas y más vueltas, el uno sobre el otro... ¡Hasta hicimos amigos!, nos reuníamos al atardecer con otros gatitos como nosotros. Muchos de ellos se iban muriendo. Desaparecían constantemente. Un día no veías al negrito, otro al canela. Los coches, las enfermedades, los peligros, la calle... No sé como, pero, sobrevivimos.

TERCERA VIDA: 
Aquel día, cumplíamos 2 meses. Lo recuerdo perfectamente. Estábamos comiendo cuando oímos un ruido, era como una explosión, luego otra, y otra más...Mi hermano y yo corrimos cuanto pudimos, hasta alcanzar unos tablones bajo los que nos refugiamos. Mi madre no estaba. Muy pegaditos, el uno al lado del otro, temblábamos. Miramos hacia fuera y vimos a uno de nuestros amigos agonizando sobre el suelo. A pocos metros de él, unos chicos jóvenes, se reían. Le habían disparado. No sé como, pero, sobrevivimos.

CUARTA VIDA: 
Los días pasaban e íbamos creciendo. Cumplimos tres meses, cuatro y mi madre desapareció. No sé si se marchó o simplemente la mataron. Cada día, nos llegaban noticias de gatos que desaparecían, animales que eran maltratados, asesinados... Un día mi hermano también se fue. Lo atropelló un coche. Durante horas vi su cadáver tumbado sobre el asfalto. No sé como, pero, sobreviví.

QUINTA VIDA: 
Estaba solo. No me quedaba nadie. Entonces, empecé a aproximarme a las personas que nos traían comida cada día. Necesitaba sentir su cariño, el roce de su mano sobre mi piel. Cada mañana me acercaba a ellas y les saludaba: Muchas se extrañaban de mi confianza, pero yo necesitaba sentir calor, cariño, sentirlas cerca. Una de ellas, una mujer mayor, me tomó mucho cariño y un día me llevó a su casa... 
Vivimos juntos siete años, siete preciosos años. Durante todo ese tiempo aprendí a querer, a ser paciente, a esperar, aprendí lo que significa ser feliz... Una mañana murió. La casa se llenó de gente, de familiares y amigos pero por la noche sólo quedé yo, yo y mis recuerdos. Al día siguiente me echaron de allí... No sé como, pero, sobreviví.

SEXTA VIDA: 
Y de nuevo me encontré en la calle. Comencé a andar, a andar sin rumbo, sin sentido. Supongo que buscaba el camino que me llevara con mis hermanos, con mi madre, con mi dueña. Anduve tanto que hasta quemé las palmas de mis patas, y un día, mientras caminaba, de pronto oí un frenazo y rodé varios metros. Alguien me recogió y me llevó hasta la Protectora de Animales. En el accidente perdí un ojo. No sé como, pero, sobreviví

SÉPTIMA VIDA: 
Ahora vivo en el albergue. Ya sólo me queda una vida y un ojo. Sé que no es gran cosa pero es todo lo que tengo. Me he convertido, me han convertido en lo que soy, simplemente un gato roto
¿Quiere alguien un gato roto?




Raúl Mérida