21/1/13

Rosa y Niño


En el año 1999 publiqué esta historia en el periódico... ¿Qué habrá sido de ellos?



Llegó al albergue en Taxi. Arrastraba una pierna y caminaba apoyándose sobre una muleta. Con la otra mano llevaba cogido a Niño, su perro. Cuando llegó hasta mí me contó porque tenía que dejarlo en el albergue y luego me pidió que lo cuidáramos. Yo tras prometérselo, le dije que por favor me escribiera su historia. 


Y ésta es:

"Hola, me llamo Rosa y tengo 30 años. Hace 15 conocí a mi marido, él era entonces un chico alegre y por cierto bastante guapo, conmigo era muy atento o al menos así quería creerlo yo. 

Cuando cumplí 17 años me pegó la primera paliza, lo recuerdo porque fue el día de mi cumpleaños. Bebió más de la cuenta y perdonadme si no recuerdo cual fue el motivo de sus golpes. Sólo sé que me sentí culpable, culpable, triste y abandonada... luego llorando me pidió perdón y yo le perdoné. Eso sí, le dije: <<Si vuelves a hacerlo, te dejaré>> pero volvió a hacerlo y nunca tuve valor para dejarlo. Siempre, una y otra vez lo perdonaba. En fin, supongo que estaba enamorada de él.

Con 20 años me casé, si ya sé que deben estar pensando que fui tonta, pero estaba sola y, y no sé, seguramente le quería. Eran demasiadas cosas, demasiadas presiones, la verdad es que él me seguía pegando pero nadie se enteraba, al día siguiente me inventaba mil excusas diferentes para ocultar el rastro de los golpes en mi cuerpo...
Muchas veces pensé en dejarlo, en marcharme y empezar de nuevo pero, pero nunca encontraba el momento oportuno para hacerlo, al fin y al cabo, estaba convencida de que yo ya no valía nada.
Un día cuando volvía de hacer la compra, con la mirada triste, como siempre perdida en el suelo, me encontré allí abajo con unos ojos que me miraban. Era un perrito pequeño de apenas dos o tres meses que me movía el rabito, su cuerpo era una bolita peluda con cuatro graciosas patitas y dos grandes orejonas . Me empezó a seguir y, y no pude resistirme y me lo llevé a casa.
Lo llamé Niño, ¡mi niño!, y las primeras semanas lo escondí, yo siempre estaba sola así que no fue difícil, pero al final mi marido lo descubrió. Lo encontró llorando en una cajita de cartón que yo le había preparado y aquella noche recibió su primera paliza...
Y así siguieron pasando los días, las semanas, los meses... A veces la emprendía a golpes con "Niño" y cuando éste se escondía, seguía conmigo. Después se marchaba y nos quedábamos los dos solos, abrazados y temblando, llorando desconsolados...
Gracias a él aguanté, dejé de sentirme sola y pude seguir viviendo...
Hace unos días llegó a casa más enfadado de lo normal. Bebido, como siempre, abrió la puerta a golpes y Niño corrió asustado a esconderse bajo la cama. Desde el salón podía sentir su respiración agitada y su cuerpo temblando. 
Mi marido comenzó a insultarme, después me arrastró por toda la casa y a golpes me tiró sobre el suelo, luego se abalanzó sobre Niño. Tumbada oí sus gritos, pero no podía moverme, después perdí la conciencia y ya no recuerdo más. Cuando desperté había sangre por todas partes y Niño lamía sus heridas y las mías, intentando curarlas. 
Cuando pude ponerme en pie me marché, busqué un lugar donde quedarnos los dos, pero nunca había sitio para Niño, así que al final lo tuve que dejar en el albergue. 
Cuando me despedí de él, sólo podía llorar, le besé tantas veces como pude y le deseé un buen dueño, alguien sin tantos problemas, alguien distinto a mí. Después me marche de nuevo sola y llena de remordimientos, en busca de una nueva vida".


Rosa volvió 3 semanas después al albergue y se llevó a Niño, ahora intentan reconstruir juntos una nueva vida.



Raúl Mérida