Existe un pueblo en la India donde soñar es tabú.
Para ellos la vida es tan plena que, en ningún caso, debe ser necesario completarla mientras uno está dormido.
Dicen que soñar es una forma de vivir lo que uno no es capaz de sentir despierto. Por eso, si un miembro del clan duerme y mientras duerme, sueña, todo el pueblo se preocupa y hace del simple hecho, un mal augurio para la comunidad.
Sin embargo, según los expertos que analizan nuestro avanzado mundo, nosotros soñamos siempre. Lo hacemos todos los días mientras dormimos. Eso sí, unas veces recordamos lo soñado y otras no…
Albergue de animales de Alicante.
Un coche entra a toda velocidad en el centro. El conductor abre el portaequipaje. Dentro, una caja de cartón alberga a tres cachorros. Son pequeños, apenas unas pocas semanas les separan de su nacimiento. Casi recién nacidos, apoyan el cuerpo del uno sobre el del otro, mientras el tercero queda abajo. Lloran. Olfatean el aire buscando donde sentir a su madre y mientras los sacamos, notamos como sus vidas intentan escurrirse en nuestras manos. Dos aún respiran, el otro está ya muerto. Los abrazamos sobre nuestro pecho y los abrigamos con nuestras ropas.
Y sus lloriqueos poco a poco se calman, acunados por el latido de nuestro corazón.
- ¡No lloréis! Ya pasó todo. Tendréis un techo. Calor. Una manta y un poco de esperanza… Ya sé que no es mucho pero ¿Quien sabe? Quizás…
Aquella noche mal dormí, como siempre, pero entre vueltas y desvelos, volví a encontrarme con los tres perritos.
Estaban jugando. En mi sueño todos vivían.
Y soñando soñé que, a la mañana siguiente, los tres eran adoptados... Era genial, verlos marcharse camino de un hogar.
Pero desperté. Y noté cómo se alejaba el sueño y como la realidad volvía a mostrarme a aquellos dos cachorros desesperados, esperando a alguien capaz de descubrir en ellos al mejor amigo del hombre.
Ya sé, era sólo un sueño…
Recordé entonces a aquella tribu perdida y pensé en que sí, en que puede que para nuestros expertos la concepción que del sueño posee aquel pueblo, carece absolutamente de fundamento porque nosotros soñamos siempre.
Sin embargo, ¿cómo no vamos a hacerlo?
Que levante la mano quien no se lleve cada noche una injusticia a la cama o aquel que tenga días tan felices y plenos de vida, que no necesite tener un sueño esa noche.
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Raúl Mérida