20/3/13

Las zonas erróneas de los animales

El mundo de la protección de los animales, desgraciadamente, desde mi punto de vista, está profundamente equivocado en algunos aspectos y les explico.

Empecemos, por ejemplo, por el famoso tema de las corridas de toros. Nos hemos empeñado desde hace muchísimos años en basar nuestra defensa del toro en aspectos relacionados con el maltrato que éste sufre durante la lidia ¡Craso error! Para acabar con las corridas hay que empeñarse a fondo en la defensa del torero, que no del toro. 
Les cuento. El incumplimiento sistemático de la legislación vigente en materias tales como las enfermerías de las plazas, las distancias a hospitales cercanos preparados para atender una posible cogida de gravedad, etc., son materia suficiente para acabar de un plumazo con la mayoría de las plazas de España. 
Y no les digo si entramos en las condiciones higiénico sanitarias de los desolladeros, donde, tras las corridas, se prepara la carne de los toros para el consumo humano. Deplorables en muchos casos. Y eso sin contar el nivel de estrés que posee dicho alimento que ha llevado, incluso, a declararlo no apto para el consumo humano en alguna plaza importante.
No voy a ahondar más en el tema, aunque podría sumar a todo lo dicho las escuelas taurinas para menores de edad, las retransmisiones en horarios infantiles o el hecho insólito de que en un espectáculo público se permita entrar armas blancas tales como cuchillos o navajas. Sólo aplicando la ley, con un notario a nuestro lado levantando un acta a la puerta de cualquier plaza, podríamos dar más de un disgusto a algún responsable de estos festejos. 
Pero sigo con el asunto y verán cómo al final consigo explicarme mejor. A lo largo de estos años he almacenado en mi memoria a muchos animales de compañía que vivían en situaciones absolutamente insostenibles. Cada vez que uno de esos casos llegaba hasta nosotros siempre ocurría igual. Si exigíamos que se aplicaran baremos de protección hacia los animales, contempladas por otro lado en la ley, tardábamos la misma vida en conseguir rescatarles. Pero, cuando aplicábamos criterios de protección a los humanos, las soluciones llegaban rápido. 
Veamos algunos casos claros. Por ejemplo, si pedíamos ayuda porque un perro vagaba por la autopista y alguien podía atropellarlo, ni cuenta. Ahora bien, si cogíamos y llamábamos al mismo sitio y decíamos que un perro iba suelto por la misma autopista y que iba a causar un accidente y alguien podía resultar herido; entonces, si era necesario, se movilizaban hasta los ejércitos de aire, tierra y mar. 

Seamos sinceros, en nuestro país los animales no cuentan. La ley les reconoce derechos, sí, pero, realmente, éstos sólo se tienen si la sociedad es quien se los reconoce y eso no es una cuestión legal, sino, sobre todo, ética y mental. 
Así que, mientras tanto, recuerden: si un animal está sin cuidar, abandonado, atado o maltratado, cuando pidan ayuda digan siempre que hay personas sufriendo porque ladra, se queja, huele mal o daña la vista el estado en el que se encuentra. Quizás así y, sólo así, consigan salvarle. 
De todas formas y, por supuesto, quedo a su disposición para cuanto necesiten al respecto. No permitamos nunca que nadie sea maltratado.


Raúl Mérida