6/3/13

El valor de lo que no tiene precio


El otro día me encuentro con la noticia de que una serie de asociaciones de vecinos pedían que se prohibiera tener más de un perro por vivienda y, además, que se pagara un canon por ello. ¡Ahí es nada!
Supongo que no debieron contar con el acuerdo de todos sus vecinos porque, evidentemente, entre ellos han de existir un buen número de propietarios de perros que debieron jurar en arameo cuando leyeron la noticia por la mañana.
Por eso y porque admiro desde hace años a muchas de esas asociaciones de vecinos que han defendido a nuestra ciudad con uñas y dientes en tantos otros temas, me gustaría pedirles que me atendieran un instante con el único ánimo de que reflexionáramos juntos sobre este asunto.
Primero, creo yo, no se ha de pedir que se limite el número a un solo perro por casa. Es cierto que hay personas que, teniendo uno o más, los tienen fatal y causan molestias a troche y moche, pero, se sorprenderían con la cantidad de personas que tienen más de uno y los tienen súper cuidados. Nada tiene que ver el asunto, por tanto, con tener uno o dos perros, sino con no tener una o ninguna cabeza. 
Segundo tema: el canon por perro. Comprendo que todo tiene un coste y que, hoy en día, por todo ha de pagarse, pero no piensen que los propietarios de los perros no pagan por tenerlos. Afrontan pagos como el censo municipal y algunas otras cuestiones legales que, en el fondo, tienen buena parte de recaudatoria. Eso, por supuesto, además de los impuestos normales en los, como todo el mundo, se pagan cosas que no se disfrutan. 
Por ejemplo, por lo sensibles que son los animales ante el ruido, es raro ver a sus dueños en una mascletà. Prefieren quedarse en casa acompañándolos. Tampoco verán a muchos de ellos en la mayoría de fiestas populares. No suelen disfrutarlas porque los animales lo pasan mal. No se imaginan la cantidad de personas con perros y gatos que incluso se marchan a vivir fuera de Alicante durante las mismas. Hay muchas otras cuestiones estudiadas sociológicamenteÉ Los propietarios de animales son los que menos veces acuden a un médico, los que menos tiempo permanecen ingresados en un hospital, los que menos usan el transporte público al no poder montarse con ellos, etc, etc.
Claro que, si la cuestión es que manchan o ensucian, ¿se han paseado ustedes por la ciudad después de un día de Carnavales? ¿Y después de un día de Nochevieja? ¿Tras una noche de Hogueras, quizás? Les invito a hacerlo. Yo lo he hecho muchas veces porque los animales del albergue o del Centro de Rescate no conocen de fiestas y han de ser limpiados y alimentados al día siguiente.
El coste de la limpieza para la ciudad de cualquiera de esos días es infinitamente mayor que el que pueda suponer recoger los excrementos de los animales durante todo el año. Ahora bien, ¿quiere decir eso que yo esté de acuerdo con aquellos que no recogen las deposiciones de sus animales? No y mil veces no. Pero tampoco con aquellos otros que dejan la ciudad hecha unos zorros después de cualquier festejo. 

Por favor, piénsenlo. No pidan impuestos ni limitaciones para las pobres personas que comparten sus vidas con animales. No olviden que para muchas de ellas son los únicos que aportan un poco de cariño a sus vidas y eso, estarán de acuerdo conmigo, hoy en día no tiene precio.