16/11/14

21 razones para ladrar... o morder directamente

Sólo hay algo peor que tener razones de sobra para gritar o protestar y es tenerlas pero sin embargo... no hacerlo.


Sí, es posible que 21 gramos pese el alma. Al menos esa es la diferencia existente que, en 1901, encontró un investigador americano entre el peso de una misma persona viva y muerta.
Y sí, también es posible que sean 21 días lo que se tarda en que una conducta que repetimos forzadamente, se convierta en un hábito realizado de forma natural. Al menos eso fue  lo que afirmó en 1890 el investigador  William James.


Pero, lo que es seguro es que existen 21 razones, al menos, para ladrar, gritar, protestar o morder directamente… tantas como cada uno de los por ciento que suman el 21 de IVA que se aplica a la salud de nuestros animales.
Pero esperen, no se marchen porque hayan leído la palabra IVA y eso les suene, de entrada, aburrido. Sigan leyendo, por favor, intentaré ser claro y  llamar al pan, pan, y al disparate, disparate.

Bien, sigamos… 
Supongo que cuando hace un par de años a un grupo de supuestos expertos se les ocurrió la idea de subir el IVA que se aplicaba a la salud de los animales del 8 al 21 por ciento. Dicho de otra manera, cuando de un plumazo subieron las tarifas que pagamos por la salud de nuestros animales un 13 por ciento, lo debieron hacer porque, en la práctica, ninguno de ellos valoraba lo más mínimo la importancia que tiene la salud de nuestras mascotas ni, por otra parte, la repercusión que tiene ésta en la nuestra. Tampoco, por qué no decirlo, me imagino que debían tener una especial sensibilidad hacia el mundo de los animales de compañía.
Claro que, si es así, aún me inquieta mucho más. Porque, veamos, entonces… ¿quiere eso decir que el hecho de que el IVA aplicable, por ejemplo, a las revistas porno sea de un 3 por ciento o a las pelis X de un cuatro, es porque les gusta o les motiva el tema? El asunto, desde luego, tiene bemoles. En nuestro país se merece más un tipo súper reducido de IVA la pornografía, con todo lo que ello conlleva, antes que, por ejemplo, la salud de nuestros mejores amigos. 
¡Toma ya! 
Y no crean que, esto que les escribo, es un arrebato en nombre de todos los que tenemos animales y, por ende, tenemos que pagar más por ello. No, verán, es que además de considerarlo una falta de absoluta de respeto hacia ellos, estoy cansado de ver gente que llega hasta nuestros centros en busca de ayuda para sus animales porque no tiene materialmente dinero para curarles o atenderles debidamente, de verles  acercarse a abandonarlos porque, simplemente, no pueden pagar la cura de una enfermedad que padece su perro o su gato.
Evidentemente, entiendo y así siempre lo he creído, que es una responsabilidad tener a un animal de compañía y que, por supuesto, es importante tenerlo claro antes de adentrarse en la apasionante aventura de ser el mejor amigo de tu mejor amigo. Pero no hay que olvidar tampoco que la crisis ha hecho y hace estragos de forma general y que si encima te encuentras con que los de arriba creen que la salud de los animales es un lujo, pues entonces apaga y vámonos.
Me pregunto si todos ellos  no habrán caído en la cuenta que España era un país donde algunas enfermedades como la rabia estaban ya prácticamente erradicadas y que, sin embargo, en los últimos años de nuevo se ha dado algún caso. Habíamos avanzado tanto en que la gente se concienciara de la importancia de las vacunas, de los tratamientos, de acudir regularmente al veterinario… Y muchas cosas más. ¿Qué decir, por ejemplo, de la importancia que tienen hoy en día los animales en nuestra vida? ¿Y de los estudios confirmando que todos ellos son una fuente de salud para todos nosotros?… En fin.
Ahora, ya ven, con todo lo hecho, simplemente, han deshecho lo conseguido en las últimas décadas. 

Así que, sí, es posible que, como explicaba al principio, el 21, por alguna extraña razón,  sea un número simbólico, casi mágico, que marca algunos límites en la vida. En el caso de los  animales desde luego es así pero, negativamente. 
Su llegada marcó un antes y un después. Hizo patente la falta absoluta de respeto hacia éstos por parte de algunos de nuestros dirigentes y transformó para siempre  la salud de los animales  que, pasó de ser un bien a proteger, a un auténtico lujo para sus dueños.


Raúl Mérida