10/4/13

Animales en manos de animales

Nacer perro y ser español es nacer con dos patas puestas en una dulce familia y las otras dos en la triste calle. Lo dicen los datos: El 50% de los canes adoptados o comprados en nuestro país acaban abandonados. Unos serán un miembro más de una familia mientras los otros serán uno más de la de los albergues, refugios o perreras, y eso teniendo suerte porque, por desgracia, los animales abandonados en España no sólo se contabilizan por el número de ingresados en centros especiales para de ellos. También suman con sus cuerpos sin vida en las listas de basuras recogidas.

Ser gato abandonado y ser español es nacer con seis vidas ya gastadas y una hipotecada a corto plazo. Es cruzar la calle pensando que puede ser la última vez que se haga. Es la angustia de vivir muriendo o morir viviendo.

Ser toro bravo y ser español es nacer con las cuatro patas en un cementerio sabiendo que, cuando le llegue la hora de morir, lo hará desorejado y sin rabo. Y si el futuro le lleva de feria en feria por toda España, en ese caso, puede ocurrirle desde que le cuelguen de sus cuernos antorchas de fuego encendidas que le quemen y cieguen, hasta que le perforen mil veces la piel con lanzas, palos, cuchillos y navajas. 

Pero ¿eso significa que todos los españoles tratemos a los animales de esa forma? No y mil veces no. 
Existen cada vez más y más personas nacidas en nuestro país que están rompiendo con las mal llamadas tradiciones. Personas de mente abierta y corazón grande que aplican la ley y el sentido común en su actitud hacia los animales, mujeres y hombres que, con independencia de su lugar de origen, saben reconocer los sentimientos y las necesidades de los animales que nos rodean, dueños de animales de compañía que, más que amos, son amigos que los cuidan con amor sabiendo que, cada uno de ellos, entrega su vida cada día a nosotros. Para todos esos animales ser español es una bendición.
Pero, desgraciadamente, no todos son así. 
Por eso aún, hoy por hoy, ser animal español es saber que tu vida puede terminar mal, muy mal, si te cruzas con algún español que sea un auténtico animal.


Raúl Mérida