1/2/15

Quisiera ser civilizado como los animales

Quizás la historia de Rómulo y Remo, fundadores de Roma y criados por una loba, sea sólo una leyenda pero, desde entonces hasta ahora, los hechos hablan por si solos… Los casos de niños criados por animales se suceden unos tras otros.


En 1799 un niño fue encontrado cerca de los Pirineos en un estado totalmente salvaje. Cubierto de pieles, caminaba apoyando sus manos sobre el suelo. Siempre se creyó que había sido abandonado por sus padres y criado por un grupo de animales que lo protegieron. Fue el primer caso constatado históricamente pero, no el último…

Años más tarde, en 1970, en Portugal, una niña fue encontrada en un gallinero. Su madre, con graves trastornos mentales, la encerró entre gallinas y otras aves de corral. Allí pasó toda su infancia. Los animales la acogieron como una más.  Cuentan los que la vieron que caminaba como las gallinas y aleteaba sus brazos como si fueran alas. No hablaba. Sólo sabía cacarear. Actualmente vive ingresada en un sanatorio psiquiátrico. 

Diez años más tarde, en 1980, en Uganda, John Ssebunya huyó a la selva cuando presenció como su padre mataba a su madre. Nunca más se supo de él. Fue adoptado y cuidado  por una colonia de monos verdes… Posteriormente, unos investigadores lo encontraron siendo aún un niño. Tras una batalla campal con los monos que lo protegían, consiguieron arrebatárselo a éstos y llevarlo hasta la civilización.

No se constató un nuevo caso hasta el año 2004. Sucedió en Siberia. Allí apareció un niño que, abandonado por sus padres a los tres meses de edad, fue criado y protegido por una manada perros salvajes. Los que lo encontraron no daban crédito a lo que veían. El niño olía la comida antes de ingerirla, lamía el agua para beberla y ladraba y gruñía a todo el que se acercaba a él.

Tres años más tarde, en el 2007, de nuevo aparece otro caso. Esta vez fue en una localidad rusa. Allí, unos trabajadores que arreglaban la vía del ferrocarril, descubrieron una familia de lobos, entre ellos, como si fuera uno más, corría un niño de diez años. El chico había llegado a desarrollar y adaptar su físico a sus necesidades. Tenía los colmillos especialmente afilados y sus uñas se habían endurecido de tal forma que parecían totalmente garras. Fue ingresado en un sanatorio. Lo lavaron y alimentaron. 24 horas más tarde huyó del hospital. Jamás se ha vuelto a saber de él. Actualmente  se cree que, hoy en día, vuelve a vivir entre lobos, probablemente en la misma manada que lo crió.

El siguiente caso nos lleva hasta el año 2008, en Argentina, el país hermano. Allí la policía descubrió a un chico que había sido mantenido por una colonia de gatos callejeros. El niño, de corta edad, se había perdido en un descuido de los padres. Fue encontrado casi un año después. Aquel invierno, uno de los más fríos que se recuerda en aquel país, lo superó gracias al calor de los gatos. Según contaron los testigos presenciales, cuando  lo encontraron estaba tapado literalmente por una manta de gatos tumbados sobre él. El niño se  había olvidado ya de hablar y sólo sabía comunicarse con maullidos.

Ese mismo año, en una localidad rusa,  un niño de siete años fue hallado encerrado en un apartamento,  en este caso, estaba rodeado de aves. Cuenta el informe policial que su madre, con un grave trastorno mental, siempre le trató como si fuera un pájaro. Cuando fue recogido por las autoridades el niño sólo emitía graznidos y movía los brazos como si fuera a volar. Jamás pudo recuperarse.

Apenas un año más tarde, en 2009, en una pequeña localidad de Siberia, fue hallada una niña de cinco años viviendo en una habitación con un grupo de perros. Caminaba a cuatro patas, bebía agua con la lengua y se comunicaba a través de ladridos y gemidos como si fuera un perro. 
El último caso del que se ha tenido conocimiento data del 2012. Aquel año un niño salvaje y desnutrido fue encontrado en la región rusa de Rostov viviendo en un establo con cabras. Sus padres dormían en la casa de al lado. Fueron detenidos por abandono. El pequeño jamás pudo volver a dormir en una cama. Aún hoy sigue en tratamiento.

Y por si a estas alturas alguien piensa que todas estas cosas pasan siempre en países lejanos, que no se equivoque, en España también han existido casos de niños viviendo entre animales, encerrados en cuadras, escondidos entre rebaños y hasta algunos abandonados en la sierra que sólo  consiguieron sobrevivir gracias al calor de los perros y los lobos y que, quizás, algún día les contaré…
Y ¿cuántos casos más habrá habido?, y, lo que es peor, ¿cuántos habrá? ¿Quién sabe si en estos mismos momentos existen niños, quizás ya adultos, en esas mismas condiciones? ¿Qué nos deparará el informativo de hoy mismo o las noticias de mañana?... Nadie lo sabe. 
Lo que sí sabemos es lo que los animales nos enseñan… Como ellos no entienden de razas ni especies. No marginan, no dividen…  Y como comparten siempre lo mucho o poco que tienen con aquel que lo necesita, aunque no sea uno de ellos, aunque, como en los casos anteriores, sea un simple, inocente y desvalido bebé humano…  En fin. 
Un auténtico ejemplo para todos.


Raúl Mérida