Cada ley, cada gesto, cada palabra, suman en la protección de los animales.
La mascota de la legión se llama Pablito (cuentan que se lo han puesto en honor a Pablo Iglesias de Podemos). Es una cría de carnero que, gorra entre cuernos, les acompaña en los desfiles haciendo las delicias de todos aquellos que encuentran satisfacción en la simple repetición de una tradición, por ridícula que actualmente, ésta ya resulte.
La presencia de animales en el ejército se remonta a los orígenes de la historia y como ha pasado en tantos otros campos, cuanto más años han pasado desde que se instauró la misma, más absurda resulta.
En el campo, por ejemplo, la evolución de la mecánica trajo como consecuencia, la desaparición progresiva del uso de burros y mulos para el arrastre de arados y pesadas cosechas. Hoy en día un tractor realiza la labor de un centenar de animales y lo que es más importante, ha dejado en el pasado la explotación de éstos. Desgraciada o afortunadamente, nada ha hecho más por la protección de los animales que el ahorro económico.
Volviendo al ejército, sin embargo, hay cosas que no entiendo. Por ejemplo los cuerpos de caballería. Éstos tienen hoy en día una sola función, el paseo y el desfile. Afortunadamente, nadie los usa ya en conflictos militares. Cualquier vehículo a motor resulta mil veces más eficaz. Doy por seguro que a estos animales se les trata con todo tipo de cuidados y además seguro que existe una generosa partida económica para ello pero ¿saben cuántos caballos fueron abandonados el año pasado porque sus dueños, arruinados, no podían cuidarlos? ¿Saben cuántos murieron mientras los juzgados encontraban algún sitio donde poder dejarlos? Sólo recibieron la ayuda de las ONGs, por cierto, sin recibir ayuda económica alguna por ello. ¿Por qué no se contó con las cuadras del ejército para ayudarles? ¿Dónde estuvieron cuando tanto se les necesitó? No lo sé. No les vi en ningún rescate en los que participé.
¿Ven? Me temo que, desgraciadamente, la vida nos muestra formas de ganarse el respeto y el cariño de la gente, además de desfilar. Piénsenlo, por favor, porque el abandono de caballos no ha terminado y quizás en el próximo rescate podríamos contar con su ayuda. Sería bueno.
Pero volviendo a Pablito, el carnero de la Legión, la semana pasada, con motivo de la Hispanidad, la vimos desfilar. La presencia de mascotas en este cuerpo se remonta al origen de la misma. Probablemente, en sus primeros acuartelamientos en Ceuta y Melilla, el aburrimiento era de tal magnitud, que la simple presencia de un animal de compañía entretenía a los legionarios allí desplazados.
Desde entonces hasta ahora, la legión ha tenido siempre animales en sus cuarteles a los que, por cierto, ha reconocido siempre trato y grado militar. Así, por el cuerpo han pasado loros, monos de Gibraltar y por supuesto, multitud de cabras y hasta osos. La legión acoge una curiosa historia, tan extraña como trágica, pero absolutamente real, que tiene como protagonista a estos últimos animales, me refiero a los osos.
Cuentan que en los años sesenta existía en el cuartel de Ceuta como mascota un oso. El animal tenía la consideración militar de oficial y como tal era tratado. Ser oficial comprende privilegios pero también responsabilidades.
El caso es que el oso convivía con total normalidad con el resto de soldados. Dormía en un catre en sus propias dependencias, no porque fuera un animal, sino porque era un oficial y tenía derecho a ello.
También comía con el resto de soldados y hasta iba a la cantina del cuartel y, por cierto, dicen que mucho. Al parecer, al animal le habían acostumbrado a beber alcohol desde pequeño y no le hacía asco alguno a la cerveza ni tampoco a la ginebra.
El caso es que relata la historia del cuartel que un día el animal había bebido más de la cuenta. Se encontraba totalmente ebrio supongo que para risas y cachondeo generalizado de la tropa. Lo que no se imaginaban es que, las fuerzas del animal, por mucho alcohol que éste hubiera ingerido, permanecían intactas.
Así alguien, al parecer un oficial, le gastó una broma, lo empujó y el animal se revolvió dando un manotazo en la cara de aquel que le había molestado. Pero claro, un manotazo de un oso no es cosa menor. El oficial perdió toda su dentadura y el oso fue llevado inmediatamente al calabozo.
¿Por qué al calabozo? Porque era militar y además, oficial. Gracias a ello podemos hoy conocer su historia. Si no, está claro que lo habrían sacrificado sin más pero, no podían hacerlo. Debía convocarse un tribunal militar.
Por eso se le realizó un consejo de guerra, un juicio militar sumarísimo para juzgar al animal por haber agredido a otro oficial, pero como el oso no podía hablar ni tuvo defensa humana alguna, fue condenado al fusilamiento. Y así, en enero del 65, el oso fue fusilado con los honores de oficial.
La historia, como ya les he comentado, es real por mucho que les sorprenda… Tanto como que un carnero llamado Pablito desfiló hace unos días delante del Rey de España y que éste permaneció firme y cuadrado al paso del animal.
En mi opinión, que hoy en día se pasee a los animales en desfiles de cualquier tipo carece de sentido alguno e invita más a la mofa y al espectáculo gratuito, que a otra cosa. Y puede que, desde luego, esto no sea lo más importante de todo lo que hay que hacer en este país por los animales pero, estoy seguro de que si lo erradicamos será un pasito más, un avance testimonial pero significativo para conseguir que en España, poco a poco, se vaya respetando cada vez más la dignidad de los animales y protegiéndolos como merecen… No sé, es una idea. ¿Ustedes que creen?
Raúl Mérida
Nota: En el Arca de Noé rescatamos aquellos animales salvajes que necesitan ayuda. Más información en: www.fundacionraulmerida.es o www.animalesarcadenoe.com