Los animales, sin saber leer ni escribir, son auténticos científicos
Algunos de los científicos más importantes de la historia descubrieron cosas que a priori, nadie podía ver. Muchos de ellos, por ese motivo, fueron insultados, menospreciados y hasta quemados en la hoguera. Sin embargo, lo que entonces nadie sabía es que la mayoría de los descubrimientos realizados, eran ya usados de forma natural por los animales desde el origen del mundo.
Verán, el último realizado, por cierto, ya candidato favorito al Premio Nobel, son las famosas ondas gravitacionales de las que ya habló Einstein en su día pero de las que hasta la fecha nunca pudo probarse su existencia. Al parecer, todo el cosmos se encuentra entrelazado por una especie de red en movimiento que permite que los elementos que lo forman estén permanentemente en conexión.
Quizás, ¿quién sabe?, estas ondas de las que tanto se está hablando estos días sea la que permite a los animales, además de muchas otras cuestiones, percibir tsunamis, terremotos y otras catástrofes naturales, mucho antes de que éstas se produzcan.
¿Y por qué digo esto? Porque lo que sí sabíamos ya es que existen ondas magnéticas que rodean el planeta Tierra y que son usadas por los animales como auténticos mapas de orientación en medio de la nada. Por ejemplo, se ha podido comprobar el uso de las mismas por parte de animales marinos como los tiburones. Éstos poseen una especie de brújulas naturales en el interior de su organismo con sensores magnéticos que se activan al recibir directamente la luz del sol.
¿Y qué consiguen con eso? Pues nada más y nada menos que orientarse continuamente y estar conectados por una especie de GPS natural.
Pero no sólo los tiburones poseen facultades de este tipo, también los delfines y ballenas tienen sistemas para percibir con nitidez lo que, realmente, aún no se puede ver. Por ejemplo, son capaces de detectar cuando se acerca una tormenta o un temporal a través de los cambios en la presión atmosférica.
Claro que lo anterior sucede en las profundidades marinas pero, ¿qué ocurre con animales terrestres? Pues más de lo mismo. Loros, guacamayos e, incluso, los elefantes en el caso del tristemente famosos tsunami de Sri Lanka, fueron perfectos intérpretes de la climatología y supieron predecir la catástrofe que se avecinaba mucho antes de que ésta pasara. En estos últimos casos los animales contaban con otro gran aliado. Me refiero a la capacidad que poseen para percibir infrasonidos que por cierto, para nosotros pasan desapercibidos. Esos infrasonidos recorren kilómetros de distancia por la noche en sus frecuencias más bajas y, en realidad, llegan a los oídos de los animales cargados de información que, a nosotros, en el mejor de los casos, nos llegará muchas horas más tarde.
Por ejemplo, en el Arca tenemos acogidos a tres preciosos puercoespines africanos que han sido rescatados del tráfico ilegal de especies.
Sin duda, son animales majestuosos e impresionantes en cuanto a su morfología. Reúnen en sí mismos, fuerza y belleza pero además, algunas facultades increíbles que les permiten interactuar con todo lo que les rodea.
Los puercoespines son animales de costumbres nocturnas que poseen extremidades desarrolladas, lo que les facilita entre otras cosas, poder excavar auténticos túneles subterráneos. Sin embargo, su facultad más desarrollada no es la fuerza sino el olfato y no sólo por su capacidad para oler.
Resulta que se ha podido comprobar cómo los puercoespines poseen en la nariz unas glándulas mucosas sensoriales que les permite, nada más y nada menos, que detectar la electricidad, ¿y para qué les sirve eso? Pues, por ejemplo, para sobrevivir.
Gracias a esta facultad llamada electrorrecepción, pueden detectar la presencia de otros animales en movimiento cuando éstos pasan por sitios húmedos en la oscuridad de la noche que, al fin y al cabo, es cuando el ambiente está más húmedo. Por otro lado, esta capacidad para detectar la electricidad les facilita también localizar alimento en pequeños agujeros e incluso saber qué tiempo atmosférico va a hacer en los próximos días.
En fin.
En fin.
Como ven, estos son sólo algunos ejemplos -hay mil más- pero en realidad son suficientes para darse cuenta que los animales n
Nunca han tenido problemas para guiarse por cuestiones que aunque no vean, saben que existen. Por eso, estoy seguro que algún día se podrá demostrar interrelaciones entre los animales y esas famosas ondas gravitacionales cuya existencia ha sido ahora demostrada. Entre otras cosas porque, al fin y al cabo, para ellos no es una cuestión de ciencia, sino de pura y llana supervivencia.
Raúl Mérida
Nota: En el Arca de Noé rescatamos aquellos animales salvajes que necesitan ayuda www.fundacionraulmerida.es o www.animalesarcadenoe.com