La ciencia avanza velozmente pero, a veces, lo hace simplemente para inventar lo que hombre desinventó hace años
Desde que el hombre es hombre y aunque a veces no lo parezca por su comportamiento, ha dedicado buena parte de su mente y ciencia a intentar averiguar lo que iba a depararnos el tiempo venidero. Y no me refiero sólo al futuro, que también, sino, en este caso, a la meteorología que nos acompañará en los próximos días.
Primero lo hicimos por una razón de supervivencia. En la época en la que los cultivos eran esenciales, si es que alguna vez lo han dejado de ser, el asunto era primordial. Su interés se centraba entonces en asegurar las mismas. Sin embargo, hoy en día, pese al tiempo transcurrido y los avances de la civilización, el interés por conocer el tiempo se mantiene intacto. De hecho, la información meteorológica en los medios de comunicación sigue barriendo audiencias.
Sin embargo, dicha información en las zonas rurales se sigue, aún hoy, obteniendo de forma directa por la observación de la naturaleza. Buena parte de los agricultores y ganaderos la obtienen mirando el cielo, las nubes y sobre todo, el comportamiento de los animales. Y es que estos últimos, los animales, son realmente los mejores meteorólogos del mundo. Algunos investigadores incluso hablan de la posibilidad de que tengan un sexto sentido... y puede ser, pero quizás todo sea mucho más natural que eso.
Por ejemplo, ¿recuerdan el tristemente famoso tsunami ocurrido en el 2004? Murieron más de doscientas mil personas en el mismo pero, prácticamente, ni un solo animal lo hizo. Éstos huyeron despavoridos horas antes de que las primeras olas gigantescas llegaran siquiera a la orilla, pero ¿cómo pudieron saber lo que iba a ocurrir?
Uno de los animales más abundantes en Sri Lanka, la isla que se vio más afectada por el tsunami, son los elefantes, de hecho, existen en la misma numerosas reservas donde se les recoge y guarda. Sin embargo, aquel día la estampida de éstos fue incontrolable, todos huyeron tierra adentro, ¿no les sorprende?
Aún hoy se buscan respuestas a dicho fenómeno aunque, en general, el mundo científico se decanta cada vez más por encontrar la explicación en la infinita capacidad y sensibilidad de los elefantes. Por ejemplo, se sabe que estos animales son capaces de percibir ruidos de muy bajas frecuencias. Todos estos sonidos son prácticamente imperceptibles para las personas dado que viajan por debajo del rango auditivo humano.
Y se sabe también que en el caso de las tormentas y, en general, todos los cambios atmosféricos, al aproximarse producen estruendos considerados infrasonidos capaces de recorrer largas distancias por tierra, aire y mar.
¿Comprenden ahora? Quizás, eso fue lo que sucedió aquel día, ellos sintieron que la naturaleza les anunciaba una catástrofe inminente. Pero no se equivoquen, no fue sólo a través de los oídos. Es cierto que los elefantes por el tamaño gigantesco de sus orejas y la impresionante capacidad auditiva que poseen pueden oír varios millones de veces más que nosotros pero realmente, su secreto a la hora de percibir ruidos no está sólo ahí.
Verán, su trompa y sus patas son hipersensibles y captan también, antes incluso que sus orejas, cualquier pequeño sonido por baja que sea la frecuencia del mismo. Por ejemplo, en el caso de la trompa de los elefantes, éstas poseen un nervio sensible a la presión que detecta cualquier vibración en general como, por ejemplo, las que producen el viento, un terremoto, un volcán y, por supuesto, los grandes movimientos de agua.
Fue gracias a eso por lo que pudieron saber lo que iba a ocurrir aquel 26 de diciembre del 2004. Y así, horas antes de que se produjera la catástrofe, cuando la naturaleza realmente comenzó a hablar, ellos supieron escucharla. En fin, ¿magia? No, sólo ciencia y desarrollo de los sentidos para la supervivencia.
Pero sin tener que irnos a una catástrofe de tal magnitud, a un lugar tan lejano o, por ejemplo, a un animal tan exótico, me gustaría ahora invitarles a que pensemos en nuestro entorno más cercano. Se sorprenderán. Van a descubrir cómo, simplemente fijándose en el comportamiento de nuestros animales, podrán saber qué tiempo hará y por supuesto sin equivocarse y de una forma totalmente natural.
Empecemos, pues, por las gaviotas, gorriones, golondrinas o vencejos. Ninguna de ellas se equivoca a la hora de predecir el tiempo… Si vuelan alto anuncian bueno. Si lo hacen bajo, aire y tormentas seguras. Y si el vuelo es muy, muy bajo, frío para morirte.
Por otro lado, si vemos aves posadas en los cables de la luz, debemos saber que se avecina tormenta y si finalmente comienza a llover pero, pese a ello, las vemos alimentándose bajo el agua, cúbranse bien que caerá lluvia para rato.
¿Y qué decir de las ranas y los sapos? Ya se sabe… Si croan con fuerza, lluvia inminente. Si se suben a zonas altas, todos tranquilos, a disfrutar que viene buen tiempo.
Pero no sólo las aves y los animales terrestres nos hablan del tiempo, también los peces marinos predicen el mismo. Éstos detectan las lluvias y tormentas y así, según la dirección a la que se encaminen y la velocidad que desarrollen durante su desplazamiento, será el tiempo que nos acompañe en las horas siguientes.
Pero, pásmense, ¿quieren saber qué animales son los mejores meteorólogos del mundo? Las hormigas. Éstas no fallan nunca. Y es que, ya sabíamos de la fortaleza de las mismas –capaces de levantar pesos varias veces superiores al suyo– y también de la singularidad de su comportamiento pero, lo que era menos conocido hasta ahora, son sus dotes adivinatorias en cuanto a las inclemencias meteorológicas venideras.
A partir de ahora, cuando vean un hormiguero en la tierra, por favor, fíjense bien. Si el hormiguero está construido hacia dentro, no hay peligro, las lluvias están lejanas.
Pero, cuando vean que la arena comienza a aparecer alrededor del agujerito de entrada y descubran montículos empinados entorno a ésta, no lo duden, corran bajo lugar seguro que la lluvia está a punto de llegar y, por cierto, habrá agua para rato.
Pero, cuando vean que la arena comienza a aparecer alrededor del agujerito de entrada y descubran montículos empinados entorno a ésta, no lo duden, corran bajo lugar seguro que la lluvia está a punto de llegar y, por cierto, habrá agua para rato.
Como ven, no siempre es necesario tener grandes aparatos de ingeniería a nuestro alrededor ni ver todos los partes meteorológicos oficiales para saber qué tiempo va a hacer. A veces basta, simplemente, con observar a los animales… Y es que, al fin y al cabo, ellos son el diseño más avanzado y perfecto de toda la naturaleza.
Raúl Mérida
Nota: En el Arca de Noé rescatamos aquellos animales salvajes que necesitan ayuda. Más información en: www.fundacionraulmerida.es o www.animalesarcadenoe.com