¿Es posible saber cuándo un perro o un gato va a ser abandonado? ¿Se podría predecir, adivinar o, simplemente calcular, sin mucho margen de error, qué animal de compañía adoptado o comprado hoy, será abandonado mañana...? Yo creo que sí.
Existe una asociación en Estados Unidos dedicada a la protección, conservación y estudio de una bombilla situada en un conocido parque de bomberos. Supongo que dicho así suena raro, ¿verdad? La bombilla en cuestión, lleva encendida durante las 24 horas del día, todos los días del año, desde 1901. Es decir, hace 113 años que luce como el primer día.
Actualmente, es la bombilla más vieja del mundo, seguida de una instalada en Texas en 1908 y otra que luce en Nueva York desde 1912. Todas comparten el mismo secreto en su fabricación. Su resistencia se explica, por un lado, porque todas poseen unos filamentos bastante más gruesos que los de una bombilla normal y, por otro, porque éstos son de carbono.
La pregunta es: si se conoce que esas son las características que hacen que las bombillas sean duraderas hasta la eternidad, ¿por qué no se fabrican más como ellas?
La respuesta me temo que es tan sencilla como triste.
No sé si han oído hablar alguna vez de la "obsolescencia programada". La verdad es que la palabra, en sí, ya echa para atrás pero, aún más, lo que significa. Se trata de acuerdos, la mayoría secretos, que se establecen entre las distintas empresas que comparten un sector con el fin de fabricar productos que, irremediablemente, se estropeen pasado un tiempo previamente fijado.
Ese y no otro, fue el caso de las bombillas. En 1924 las grandes empresas del sector se pusieron de acuerdo para rebajar la calidad de sus productos y dotarles así de una vida más corta. Parece ser que pensaron que fabricando artículos duraderos no ganarían suficiente dinero y, no sólo llegaron a ese pacto, sino que, incluso, decidieron imponer multas a aquellas empresas que no lo cumplieran. Dicho y hecho.
Si se fijan, todas las bombillas que antes le he citado y que aún iluminan el mundo desde principios del siglo pasado, fueron fabricadas con anterioridad al acuerdo sellado.
Y no crean, ellos fueron, probablemente, los primeros pero, no los últimos.
Desde entonces hasta ahora la mayoría de empresas han seguido esos criterios y el mercado consumista sabe que ese principio es, hoy en día, irrenunciable. Lo importante no es la calidad del producto sino la rotación y el consumo…
Evidentemente, en el caso de estos últimos no hay acuerdo fijado ni pacto previo pero, a diario, me doy cuenta que muchas de las adopciones o compras de animales tienen también su "obsolescencia programa".
Y les aseguro que no será el perro ni el gato el que falle. No vendrán con defecto de fábrica alguno, no. Serán aquellos que decidan incorporarlos a sus hogares como animales de compañía los que, en algunos casos sin darse cuenta y, en otros, sin que eso les importe lo más mínimo, determinarán el futuro de éstos, los que los condenarán, en definitiva, a ser animales abandonados.
Les daré sólo algunas pistas… Son personas que, a menudo, buscan en ellos un regalo de última hora. Ese detalle que les faltó y que, sin duda, llenará un pequeño cachorro.
En estas fechas acuden habitualmente a los albergues de animales o van a las tiendas o buscan anuncios gratuitos en prensa… Su objetivo es conseguir un perro o un gato –gratis a ser posible- que puedan regalar en estas fiestas.
Casi siempre lo hacen con prisas, sin reparar mucho en razas ni tipos, importándoles sólo que sean bonitos y, por supuesto, cachorros. Apenas les interesa su carácter. Se fijan sólo en su aspecto.
No piensan si vivirá con una persona mayor o con un niño. Si será en una casa de campo o en un pequeño piso. Tampoco les importa si el día de mañana será de raza grande o incluso gigante... Eso son cuestiones menores que en nada les influyen.
En sus mentes sólo cuenta el día del regalo, el momento en el que lo entregarán. Jamás pensarán en los quince o dieciséis años siguientes que el animal vivirá. No se imaginarán que, cada uno de esos días que conformarán el resto de la vida de ese animal, será tan importante como aquel en el que se regala…
Y, así, estas fiestas como años anteriores, se comprarán o adoptarán muchísimos animales que se convertirán en regalos horas después.
Muchos de éstos llegarán a los hogares y se quedarán en ellos para siempre. Serán animales queridos que entregarán su vida y corazón a sus nuevas familias. Perros y gatos felices que se convertirán en los mejores amigos de sus dueños.
Pero, otros muchos, desgraciadamente, acabarán formando parte de las negras estadísticas de abandono de este país. Regalos de animales con "obsolescencia predeterminada" que durarán en su nueva familia lo que éstos tarden en cansarse de ellos.
A estos últimos sólo puedo pedirles perdón. Sí, perdón porque, al fin y al cabo, un año más no pudimos, no supimos evitar su abandono.
Raúl Mérida