
Hace algunos años en Estados Unidos, (parece que todo tenga que pasar allí), se llevó a cabo una de esas experiencias disparatadas que sólo se les puede ocurrir a ellos.
Se trataba de introducir un chimpancé desde pequeño en una familia y ver los cambios que se producían en su conducta.
La chimpancé fue Lucy y sus padres adoptivos el matrimonio Temerlin, una pareja de doctores en psicología que a su vez eran profesores de la Universidad de Oklahoma, encargada por el gobierno, eso sí, bajo la asignación de unos generosos presupuestos para ello, de llevar adelante tan increíble proyecto.

Enseguida comenzaron sus travesuras y su despertar al mundo, le gustaba jugar y correr por toda la casa para acabar en los acogedores brazos de "mamá Temerlín". La doctora cada vez sentía más cariño por ella y de hecho Lucy se había convertido en esa hija que nunca tuvieron pero siempre habían deseado.
Para Lucy, para Lucy simplemente eran sus papis, no había conocido a otros, sí para ella no cabía duda, los Temerlin eran su verdadera familia.
Dado que el experimento según los informes proseguía con notable éxito, aunque desconozco la verdad en que podían basar éste, decidieron pasar a la segunda fase del mismo. Consistía ésta en enseñarle el lenguaje A.S.L (el American Sign Language) que se utiliza en Estados Unidos para la comunicación en personas sordas de nacimiento.
Todos los días enseñaban a Lucy a comunicarse a través de él y los avances no se hicieron esperar, Lucy empezó a manejar signos, a decir palabras y pronto a construir frases, eran frases sencillas que indicaban sensaciones y emociones como "Lucy frío", "Lucy miedo", etc. Poco a poco éstas dejaron paso a construcciones más complicadas que implicaban relación de conceptos, por ejemplo, si Lucy jugando tiraba un jarrón, enseguida miraba a los Temerlin y mediante la utilización de precisos gestos, decía: "Lucy mala, Lucy castigo" y luego se marchaba a su habitación...

Así hasta que un día llegó por allí una familia, un matrimonio con sus hijos que se paró ante la jaula de Lucy, pero de pronto algo ocurrió, el marido corrió en busca de los responsables del parque... No podía creerlo, aquel chimpancé hablaba, gritaba desde su encierro, como lo hubiera hecho él mismo, sordo de nacimiento, a través de gestos, a través del A.S.L, su lenguaje, aquel chimpancé repetía constantemente, "Lucy buena, Lucy no castigo, AYUDA"...
Cuántas veces, cuando paseo por delante de las jaulas del albergue repletas de perros y gatos, me acuerdo de la historia de Lucy y me pregunto qué se ocultará detrás de sus ladridos, de sus maullidos, de sus terribles quejidos...
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