Historias increíbles

Tigres y leones en pisos, pumas en chalets, linces, monos, serpientes...

Historias que ellos no pueden contar

Debemos hacer eco de sus historias; rescates, maltratos...

Historias que podrían haber sido la última

Cachorros, ancianos, con pedigree, inválidos... Da igual su raza y "valor".

Historias de rechazo

Muchos son abandonados cuando dejan de ser "útiles".

Historias de supervivencia

Historias que narran la lucha por sobrevivir al abandono.

22/11/15

La desgracia de nacer perro o gato en España



Tener a un animal no es obligatorio pero, sí lo es tenerlo bien


Nacer perro o gato en España es tener muy mala suerte. Somos  uno de los países donde más animales son abandonados cada año. Pero, ¿es suficiente eso para algunos? No, los hay empeñados en que seamos también el país donde peor sean tratados. Y desgraciadamente, maltrato a maltrato, lo están consiguiendo.

Hace algunos años realicé una serie de entrevistas en la radio, en la COPE, que,sinceramente,  para mí fueron como una terapia. 
Por aquel programa pasaron muchas personas. Varios alemanes, hoy ancianos vecinos de Alicante, antaño niños supervivientes de campos de concentración nazi, muchos asesinos confesos del psiquiátrico de Foncalent –los únicos que reconocían de verdad ser culpables- porque también entrevisté a muchos internos del centro penitenciario pero, curiosamente, esos que, aparentemente estaban cuerdos, siempre decían que eran inocentes. También pude conversar en las ondas con mucha gente que desgraciadamente, mal vivía en la calle. Y hasta en uno de los últimos programas, entrevisté a un ex presidiario que había estado muchos años en la cárcel por matar a un policía y a su salida de la misma,  a un maltratador de animales al que yo había denunciado meses antes, al que le había ofrecido dos millones de las antiguas pesetas por matarme a mí. En fin, algún día les contaré esta historia, absolutamente real, que no tiene desperdicio. 

El caso es que, de todos aquellos programas siempre recuerdo algo que marcó cada uno de ellos pero, sin duda, hay un testimonio que jamás olvido. 
Fue el de una madre que entrevisté que había perdido a su hijo, guardia civil, en un atentado terrorista. Me contó muchas cosas y todas directamente desde su corazón pero, hay una que me dejó completamente helado. Fue cuando relató cómo descubrió que la víctima de aquel asesinato era su hijo. Me dijo:
 Estaba viendo la tele y dieron la noticia. No dijeron los nombres de los fallecidos, supongo que aún no lo sabían pero en un determinado momento, durante una secuencia, enfocaron el zapato ensangrentado de uno de ellos. Ya ves, sólo era un zapato negro tirado sobre la acera gris pero yo lo reconocí en cuanto lo vi.  Supe, inmediatamente, que era el de mi hijo.

Alicante. 2 de noviembre del 2015. 22:00h. 
Albergue de animales abandonados de Alicante. 
Suena el teléfono. 
─ ¡Servicio de Guardia, protectora de animales, dígame! 
Al otro lado del aparato,  la policía local de Alicante reclamaba la presencia del servicio. Quince minutos más tarde estábamos en el cuartel del parque de las Avenidas. 
─ ¿Qué ha pasado? - preguntamos al llegar.
Un policía, indignado por lo que habían hecho al animal, nos señaló al perro, un pequeño caniche gris, maltrecho y asustado que apenas podía caminar.
─ Se trata de un perro abandonado y maltratado - nos dijo -. Una persona cuando iba a tirar la basura ha oído un ruido que provenía desde dentro del contenedor. No podía ver nada, sólo le parecía escuchar algo, la verdad es que no era fácil porque se tratada de uno de esos que están enterrados bajo tierra y que sólo salen al exterior cuando el camión de basura acciona el dispositivo. En fin, en este caso, ha habido mucha suerte, hemos podido sacarlo con vida y eso que lo habían arrojado metido en una bolsa de plástico, suponemos que para asfixiarlo.
Era tan increíble como aberrante. Recogimos al animal y lo acomodamos dentro de un trasportín para llevarnos hasta el albergue. Por supuesto, comprobamos que no tenía identificación alguna pero ¿qué quieren que les diga? Al verlo viejo, sólo, triste, medio cojo, desvalido, enfermo, quejoso, abandonado, maltratado y completamente despreciado por su familia, comencé a hacerme muchas preguntas en voz alta que inevitablemente, como me pasaba en aquellos programas de radio, nacían en mi garganta sin poder evitarlo… ¿Quién será su dueño? ¿Cómo pudo abandonarlo? ¿Qué hubiera ocurrido si nadie lo descubre antes? ¿Habría terminado acuchillado por la trituradora del camión? ¿Cuántos años tendrá, al menos, quince o dieciséis? ¿Tantos años viviendo junto él y ahora lo dejan así? ¿Cómo puede existir alguien capaz?... 
Demasiadas preguntas y ninguna respuesta. 

Menos mal que, aquel pobre perro, el caniche gris que recogimos aquella noche, afortunadamente, al día siguiente se fue del albergue camino de una casa de acogida.
Sin embargo, no se nos olvida y seguimos buscando al responsable de ese maltrato o a alguien que pueda darnos alguna pista al respecto. Ese perro tuvo que salir a la calle durante los últimos quince años acompañado por alguien. Quizás una persona tan mayor como él que quién sabe si falleció ya y en realidad, han sido sus hijos los que lo han hecho esta atrocidad, todo puede ser… 
En cualquier caso, buscamos información sobre lo ocurrido, aunque sea algo que a priori parezca que no tiene importancia pero como el caso que al comienzo de este artículo les comenté -salvando las infinitas distancias entre ambos- pueda que esa simple secuencia que alguno de ustedes aquella noche vio, arroje algo de luz al respecto. 
En fin, al fin y al cabo, no lo olviden, ese perro pide justicia y, nosotros, también.


Raúl Mérida


Nota: Si tiene cualquier información al respecto, puede llamar a la Policía local o a la protectora de animales de Alicante  965960224 o mandar un email a: info@fundacionraulmerida.es



15/11/15

El corazón del arca


El hombre trata a algunos animales salvajes como un auténtico salvaje.

Un ciervo puede alcanzar más de dos metros de alto. Un león es capaz de escuchar el sonido que aún no se ha producido. Una serpiente siente moverse lo que no puede ver. Sin embargo, todos los que como ellos son recogidos en el Arca, lo son, simple y llanamente porque pese a su especie y origen, alguien decidió un día convertirlos en animales de compañía.

Por alguna extraña razón que no alcanzo a imaginar, desde hace unos años algunos centros dedicados al turismo rural  han incluido entre sus atractivos la presencia de ciervos, gamos y otros muchos animales salvajes a los que mantienen en cautividad. Podría llegar a comprender, en todo caso, que tengan vacas, ovejas, cabras o incluso gallinas. Al fin y al cabo, son  animales de granja con los que la sociedad, sobre todo en las grandes ciudades, ha perdido su contacto y conocimiento. Por ejemplo, cuentan que cada vez son más los colegios en los que cuando preguntas a los niños de dónde sale la leche o los huevos, te contestan que de la nevera, del súper, o incluso del tetrabrik o botella. En fin. 
Pero, ¿un ciervo o un gamo? ¿Qué sentido tiene tener a animales que viven libres encerrados tras unas vallas? Por nuestro Arca que, en realidad, es el de todos los animales salvajes que lo necesitan, han pasado muchos de ellos y cada uno con su propia historia... 

Cayetana, por ejemplo, nuestra gama, es un animal al que la voluntad del ser humano  encerró en una jaula siendo tan solo una cría. Puede que no lo supieran pero, al hacerlo, la condenaron para siempre a una vida en cautividad. Desde entonces hasta hoy han pasado muchos años y Cayetana, a estas alturas, ya es muy, muy mayor. 
Camina lentamente por su recinto, una antigua pista de entrenamiento de perros policías hoy reconvertida en su hogar, rodeada de otros animales como un emú –parecido  a un avestruz-, un cerdo vietnamita, un pavo y decenas de conejos. 

En realidad, ellos son los vecinos habituales de la zona pero sin embargo, si hace falta, saben como nadie compartir su espacio con otros muchos animales que lo necesiten como, por ejemplo, ocurrió hace algunas semanas con el bueno de Lucas.
Lucas es un ciervo de apenas tres meses de edad  y más de metro y medio de altura, un bebé de patas largas, cuerpo esbelto, orejas erguidas y ojos de niño al que, por cierto, mientras estuvo con nosotros, había que darle todos los días, entre fruta y fruta, su correspondiente biberón. 
Nació en uno de esos establecimientos hosteleros a los que me refería al principio pero, por alguna razón, fue rechazado por su grupo. Atacado varias veces y salvado de la muerte otras tantas, finalmente unas chicas lo rescataron y decidieron traerlo al Arca para que, al fin, entre nosotros pudiera recuperarse.
Y así lo hizo. 
Llegó repleto de heridas pero, sin embargo, casi como un milagro, la fuerza imparable de la naturaleza junto a los cuidados veterinarios, fueron, rápidamente, curando una tras otra. Semanas más tarde ya estaba totalmente recuperado. Así que, con toda la tristeza da ver alejarse a un amigo pero con la alegría de saber qué es lo mejor para él, se marchó una mañana temprano camino de un santuario de animales herbívoros donde aún hoy vive.

Es curioso, quizás por ese ir y venir de animales del centro y por esos otros que, desgraciadamente, no tienen dónde ir porque no existe centro alguno que los quiera, a veces nos preguntan por qué somos un centro de acogida de animales salvajes y a la vez, por qué somos un santuario para ellos. La razón es sencilla; el Arca rescata a muchos animales exóticos y salvajes cada año. Para aquellos que es posible la reubicación en libertad –principalmente, cachorros no acostumbrados aún al ser humano- trabajamos dura e insistentemente para que vuelvan a aquellos lugares de donde nunca debieron salir. 
Somos ya, por ejemplo, el centro de Europa que más leones ha enviado a reservas y santuarios de África para vivir en libertad. Cada uno de esos leones, algunos de ellos hoy ya adultos, dan verdadero sentido a nuestro centro.
Por otro lado, para aquellos otros animales salvajes pero, adultos y sobre todo, acostumbrados al ser humano, también buscamos la reubicación pero, desgraciadamente, para ellos sólo es posible la misma en parques zoológicos donde puedan ofrecerles más espacio y mejores condiciones de vida. La libertad, en su caso, constituye un peligro para sus vidas.
Sin embargo, existen también otros muchos animales en nuestro centro, como Cayetana, los mapaches, los puerco espines o por ejemplo, algunos de nuestros leones –probablemente ya los más viejos en cautividad- que, pese a su buen aspecto y a la paz que siempre respiran, desgraciadamente, están tan enfermos y maltrechos que ningún parque los quiere. Ellos son, realmente, los que nos definen como Santuario de Animales, un lugar sagrado donde nos encargamos de que estén bien cuidados hasta el final de sus días.

Así que, como ven, pese a los graves problemas burocráticos, económicos, las amenazas continuas de muerte por parte de  todos aquellos que trafican con animales y sobre todo, la inmensa sensación de soledad e incomprensión que realidad siente todo aquel que se dedica a proteger a los animales en un país como España, son muchos a los que cada año, sin prácticamente ninguna ayuda,  intentamos ayudar. 
Ellos son el verdadero corazón del Arca.


Raúl Mérida



Nota: En el Arca de Noé rescatamos aquellos animales salvajes que necesitan ayuda. Más información en: www.fundacionraulmerida.es  o www.animalesarcadenoe.com

8/11/15

Tengo miedo


El sentimiento más universal del mundo no es el amor, es el miedo.

Los humanos llevamos toda la vida pensando que sólo nosotros tenemos miedo. Creemos que los animales no llegan a sentirlo porque ellos no piensan y al no hacerlo, no perciben los peligros que les acechan pero no es así, el miedo es algo universal que a todos nos salva y a todos nos condena por igual.

Supongo que si algo ha formado parte de nuestra forma de ser durante siglos, ha sido menospreciar continuamente a los animales. Sin embargo, es un error monumental porque en el fondo compartimos muchas más cosas de las que creemos, entre ellas, el miedo. Un hombre, un ratón, un conejo, una vaca, un león o incluso,  un tiburón, poseen o mejor dicho, poseemos idéntica respuesta al miedo. 

Imaginémonos, por ejemplo, a un zorro que intuye la presencia de un humano. Al sentir su cercanía, se quedará frío e inmóvil. Esta primera fase, tan común entre todos los animales, es conocida popularmente como "hacerse el muerto". 
En esos momentos su respiración y su ritmo cardíaco bajaran y se harán más lentos. Sus pupilas se dilataran hasta el infinito, sus músculos se tensaran y su presión arterial se disparará sin remedio.El animal permanecerá inmóvil mientras, sin poder evitarlo, todo su cuerpo comenzará a  temblar de miedo. 
En ese momento, dentro de su cuerpo empezarán a producirse multitud de reacciones químicas, cuyo único objetivo será preparar a su cuerpo para salir corriendo en cualquier momento.
Pero igual están pensando que todo lo anterior le está ocurriendo a nuestro amigo el zorro porque es un animal pequeño y sin una gran fuerza. ¿Qué reacción, entonces,  creen que tendría por ejemplo, un león, un tigre o un oso, ante la presencia cercana de un cazador? Evidentemente, son animales superiores en fuerza a cualquier otro, incluido el humano, pero no se engañen, sus reacciones son idénticas a las del zorro. En su caso, el miedo se produce porque han visto caer a demasiados compañeros como ellos en manos de los furtivos. Por eso, muchos animales asocian el olor humano a la muerte.

Pero sigamos avanzando en el proceso del miedo. Nuestro zorro, león, tigre, oso o incluso, humano atemorizado, una vez superada la fase inicial de parálisis, analizará en cuestión de segundos qué es lo que ocurre después. Si el peligro permanece, entonces, tendrá que elegir entre dos opciones pero, no llegará ni siquiera a pensar o razonar cual de las dos es mejor. Será directamente su cerebro, sin que medie proceso de raciocinio alguno, el que decida entre ambas. Es casi como si echara una moneda al aire.
A partir de ese momento pueden ocurrir dos cosas. Si actúa la parte más primitiva, es decir, la amígdala, sea cual sea el animal su reacción será el enfrentamiento. Buscará la lucha y la pelea por sobrevivir. En el lenguaje jurídico de los humanos se llama a esta reacción "legítima defensa". En el de los animales, simplemente, nos referimos a ella como "la lucha feroz por la supervivencia". 
Sin embargo, como he explicado antes, aún queda otra opción. Es posible que simplemente el cerebro opte por la huida. Entonces, mágicamente, la química generada en la espera, es decir, durante el tiempo que ha permanecido inmóvil, hará su efecto. 
Verán, una compleja molécula llamada ATP,  le dará una carga extra de energía al animal. Será como una especie de "subidón inicial" que le ayudará a coger velocidad al comienzo de su huida. A esta molécula se unirán rápidamente otras sustancias químicas,  también liberadas por el organismo, como la adrenalina, el cortisol o incluso, la glucosa.
En un momento, toda la naturaleza se pondrá a trabajar con un único fin,  dopar al animal para una más rápida huida. Sin embargo, desgraciadamente, no tendrá mucho tiempo para ello. Toda esa fuerza extra se acabará rápidamente y al hacerlo, llegará, sin remedio, el agotamiento más profundo o incluso puede que la muerte directa por el estrés sufrido.

Y así llegamos a la siguiente pregunta; ¿puede un animal morir de miedo? Sí, de hecho está constatado que por ejemplo, miles de personas mueren cada año de miedo en el mundo. Sólo en Estados Unidos murieron 35.000 el año pasado. En el caso de animales es igual e incluso, en algunas especies, como pájaros, cobayas, cabras u ovejas, aún peor. 
El miedo es universal para todos pero sólo hay una cosa que nos separe. 
Los humanos hoy en día no lo aceptan. Las personas acuden a los psicólogos y psiquiatras en busca de un remedio para superarlo e incluso ejércitos como el americano, hacen estudios a todos sus reclutas antes de enviarles a una guerra con el objetivo de medir su capacidad de resistencia al miedo o su valentía, como mejor prefieran. 
Sin embargo, para los animales, pese a todo, el miedo sigue siendo un mecanismo natural  de defensa. Les permite reaccionar rápidamente ante la presencia de un peligro y así, salvar sus vidas. Lo malo es que, a menudo, el mayor peligro que ellos tienen somos nosotros que seguimos siendo incapaces de comprender que los animales sienten muchas cosas igual que nosotros, entre ellas, como hoy han podido comprobar, el miedo. 


Raúl Mérida


Nota: En el Arca de Noé rescatamos aquellos animales salvajes que necesitan ayuda. Más información en: www.fundacionraulmerida.es  o www.animalesarcadenoe.com